Las formas en cómo se manifiesta la violencia contra la infancia, se clasifican dentro de un amplio espectro en el que, según el artículo 19 de la Convención sobre los Derechos del Niño (1989), comprende “toda forma de perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, incluido el abuso sexual”, y esto puede suceder en lugares de convivencia diaria como en los hogares, las escuelas, el espacio digital y los espacios públicos.
Lamentablemente, quienes viven algún tipo de violencia durante los primeros años, pueden sufrir graves repercusiones que incidan en cómo les va el resto de sus vidas. Por ejemplo, puede verse afectada su capacidad de aprender y el rendimiento escolar, y tener dificultades en su desarrollo físico, mental y emocional.