Un nuevo estudio de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés), revela que las muertes que ocasiona la delincuencia organizada, en el mundo, supera con creces al de las víctimas fatales de las guerras y los conflictos.
El documento también indica que el crimen organizado fue responsable del 19% de los homicidios en 2017 y, desde el inicio de este siglo, esas agrupaciones delictivas han asesinado a tanta gente como todos los conflictos armados combinados.
El crimen organizado, desestabiliza a los países, socava el desarrollo
socioeconómico y erosiona el estado de derecho, y en México no es la excepción.
El impacto económico de la violencia en la República Mexicana ascendió a 5.16 billones de pesos ($268 mil millones de dólares) en 2018. Esta cifra equivale a 24% del PIB del país y representa un aumento de 10% con respecto a 2017.
La violencia cada vez nos cuesta más, el costo que nos genera fue 10 veces mayor que la inversión pública en salud y ocho veces mayor que la inversión en educación en 2018.
Pero, por otra parte, el gasto gubernamental federal destinado para la contención de la violencia se incrementó solo 3% en 2018, un aumento mucho menor que el incremento de 12% del gasto presupuestario general de ese mismo año. Y para este 2020, los recursos destinados a la seguridad pública tendrán un decremento con respecto a 2019.
La inseguridad gana terreno y cada vez con mayor crueldad, la tasa de homicidios en jóvenes fue de 36.8 por cada 100,000 habitantes. Cada año, más de un tercio de las víctimas de homicidio tienen entre 15 y 29 años de edad.
México registra con mayor frecuencia homicidios múltiples, los cuales suelen asociarse a la delincuencia organizada y han sido característicos de los conflictos por el tráfico de drogas en la última década.
En Sonora, vivimos de cerca esa desgracia el pasado 4 de noviembre, cuando un grupo armado asesinó con crueldad a tres mujeres y 6 menores de edad y dejó heridos a cuatro niños más, en el municipio de Bavispe. Delincuentes que además de acribillarlos, quemó a algunos de ellos.
Este suceso ha desestabilizado por completo nuestra confianza, como ciudadanos, pero sobre todo nos ha dejado en un sentimiento de vulnerabilidad, impotencia y rabia a la espera de ver actuar a toda la fuerza del estado (con sus tres niveles de gobierno) para dar con los responsables y HACER JUSTICIA.
Las frías y desalentadoras estadísticas muestran una inseguridad que, lejos de detenerse se incrementa, y en ese contexto no puede haber ni debemos permitir impunidad ante esta delincuencia que está arrebatando cobardemente la vida de nuestros niños y niñas.
En los primeros meses de 2019, en Sonora han asesinado a 948 personas, ocupando además el sexto lugar, a nivel nacional, con el mayor número de policías asesinados.
No podemos cansarnos, no podemos perder esta batalla. La indiferencia daña, exijamos la seguridad que nos merecemos.
Conociendo estos datos nos corresponde apropiarnos de recursos y estrategias que nos permitan conocer e integrar las nuevas herramientas digitales en el entorno familiar, escolar y comunitario.